Laura Paraula es un hada pirata. ¿Que cómo es eso? Pues nadie lo sabe muy bien, parece un secreto muy bien guardado, porque aunque todo el mundo piensa que es hija de un pirata del Caribe y de un hada, podría ser que fuera hija de una piratesa del Caribe y de un hado padrino, pero eso es algo que ella nunca ha dicho y lo mantiene en secreto. Sus razones tendrá.
Lo cierto es que Laura Paraula tiene esa doble naturaleza. Utiliza su varita mágica como una espada, la blande ante los enemigos, la agita y salen de ella chispas que pueden causar cualquier estropicio. Además, en vez de ir vestida con un vestidito de volantes, suele ponerse botas de mosquetero y un parche que cada día se pone en un ojo.
El hada pirata tiene su propio barco. No es que se dedique a asaltar bajeles, a abordarlos, sino que a Laura Paraula le encanta navegar y pasarse la lengua por los labios cuando está en alta mar y notar lo salados que se quedan.
Su tripulación, o su pasaje, que ni se sabe lo que son, está compuesta por seres curiosos. El segundo de abordo es una tortuga gigante de las islas Galápagos que se perdió hace siglos y Laura Paraula recogió, llamada Memorión; desde entonces son grandes amigas. También está una antigua bailarina que se rompió una uña bailando y le cogió miedo a todo, pero desde que está con Laura Paraula no tiene miedo a nada… bueno sí, a romperse otra vez una uña; ella se llama Rita Sarita. Y finalmente está un bucanero retirado del que todos se reían porque era tartamudo, pero resulta que habla como nadie el lenguaje de delfines, ballenas y demás cetáceos, lo cual es muy útil en alta mar; además, este antiguo bucanero, incapaz de hacer daño a una mosca, está secretamente enamorado de Laura Paraula desde hace muchos años; él se llama Andrés Delrevés.
El hada surca los mares sin prisa, porque su barco, el «Pasapalabra» se mueve por magia, no necesita realmente tripulación y va a donde le da la gana. A veces sigue a los atunes, a veces a las ballenas y a veces a otros barcos, porque al «Pasapalabra» le gusta tener relación con otros navíos que surcan la mar.
Lo que no tiene en lo alto es la bandera pirata tradicional, la de la calavera con dos tibias cruzadas sobre fondo negro. El color negro horroriza a Laura Paraula, por eso la ha cambiado a su gusto y le ha puesto un fondo rosa. Además, la calavera sonríe, para que dé menos miedo.
A veces, Laura Paraula y su tripulación se encuentran con otros barcos piratas. Sus tripulaciones, como buenos piratas que son, siempre intentan abordarlos, pero en cuanto saltan a la cubierta del «Pasapalabra» se encuentran con algo que no se esperan. Normalmente la bailarina Rita Sarita está tomando el sol en cubierta, en biquini (tiene muy buen tipo), sobre una tumbona. Como es muy educada, siempre sonríe a la gente que llega. Los piratas se suelen quedar unos segundos contemplándola, pero enseguida llega el jefe, que es malo a rabiar, les dice que sigan adelante. Ellos se van protestando, pero entonces siempre unos cuantos se tropiezan con Memorión, que aunque es enorme se les pasa desapercibido porque siguen mirando a Rita Sarita, y se caen al agua. Los que quedan, siempre achuchados por el jefe, se ponen a recorrer el barco en busca de un botín. Enseguida se cruzan con Andrés Delrevés, quien, siempre que prevé visita, se mete en la cocina y prepara unas minipizzas de muerte. Cuando los piratas llegan al comedor del barco, Andrés Delrevés suele tener puesta la mesa y las pizzas, que desprenden un olor intensísimo, atraen a la mayoría de los piratas, que se quedan allí a comérselas.
Pero el jefe siempre consigue que varios hombres lo acompañen más allá. Entonces ya se topan con Laura Paraula, que los está esperando en su camarote. Y allí todos sacan las espadas, aunque el hada pirata saca su varita-espada, y se ponen a luchar. Sin embargo, a Laura Paraula no le gusta que se derrame sangre por el suelo en su barco, de modo que hace girar su varita en el aire y los piratas mal encarados se ponen a bailar un precioso vals, con ritmo de hipopótamo, pero un vals, donde las espadas les sirven para que parezca que están en un salón de Viena.
El hada pirata los tiene bailando hasta que se caen de cansancio. A continuación recoge al jefe con sus secuaces, seguidos de los que se han dado la comilona de minipizzas y, por último, a los que se han caído al mar, y los devuelve a su barco. Y mientras se alejan, Rita Sarita suele gritarles a modo de despedida: «Volved pronto», pero infelizmente cada vez quedan menos barcos piratas con los que pasar un rato divertido.
Y como todo en esta vida, también un día el hada pirata se enamoró. No fue precisamente del buen Andrés Delrevés –ya le hubiera gustado–, sino de un astronauta que amerizó cerca de su barco volviendo de Marte. Laura Paraula pensó que ya conocía todos los mares de la Tierra y que ya era hora de empezar a conocer algo fuera del planeta… Y de aquel amor nació una hija, Carla Deparla, que todavía no sabe si será pirata astronauta o hada astronauta. Ya el tiempo lo dirá.
© Xavier Frías Conde
Nos ha encantado, a las dos. Es un cuento divertido y muy original. Las dos queremos ser navegantes con Laura Paraula. Sin embargo, Violeta no te puede dejar ningún comentario porque anda un poco pachucha. Pero lo dejo yo en nombre de las dos. Felicidades y muchas gracias por compartir tu universo con nosotras. Un abrazo y miles de besos.
ResponderEliminarNo sabes la alegría que me dais. Un beso a las dos.
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