Adalberto ya estaba harto de comprarse calcetines todas las semanas. Estaba seguro de que tenía un monstruo de los calcetines en casa, pero como estos seres son invisibles, no sabía cómo hacer para echarlo a la calle.
Por eso, él mismo se dedicó a comerse sus propios calcetines. Se los compraba y se comía siempre uno del par. Y fue así como consiguió que el monstruo de los calcetines de su casa se marchara, porque al final se estaba muriendo de hambre.
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