domingo, 15 de julio de 2012

MICRO-SIETE



Sara lloraba muchas veces sin saber por qué y sus lágrimas caían hasta el suelo. Pero un día, mientras seguía el rastro de las lágrimas, descubrió debajo de su cama que un monstruíto menudo recogía todas sus lágrimas del suelo y se hacía con ellas bellos collares como de coral. 

Sara no dijo nada, pero desde aquel día, cuando lloraba, ya no le importaba tanto, porque pensaba que aquel era un monstruo de los calcetines y que sus lágrimas le hacían feliz, que por lo menos así se olvidaría de robar calcetines. 

Lo que Sara no podía imaginarse es que aquel no era un monstruo de los calcetines, sino un monstruo de las pesadillas y que cada noche le susurraba historias tristes al oído para que ella llorase durante el día. Y así podía después fabricar collares, venderlos y gracias a eso, hacerse bien rico. 

© Frantz Ferentz, 2012

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