lunes, 7 de octubre de 2013

EL MISTERIO DEL SER HORRENDO DEL OTRO LADO DEL AGUJERO EN LAS ESCALERAS


Durante años, por lo menos desde que tenía memoria, Polisauro García se aterrorizaba cada vez que miraba por aquel agujero que había en la pared de las escaleras de su portal. Por el otro lado estaba oscuro, muy oscuro, pero al poner el rostro en aquella hendidura, Polisauro podía ver una criatura horrible, fea, de instintos asesinos. 

No había vez que Polisauro no metiera allí el rostro y viese aquel ser del otro lado, como si hubiera estado esperándolo para mostrarle su aspecto horripilante. Sí, horrorizaba. Tanto era así, que durante años Polisauro dejó de mirar por aquel agujero para no tener que ver el rostro de aquel ser. 

Pero al cabo de los años, cuando ya era adolescente, Polisauro quiso demostrarse a sí incluso que era valiente. Volvió a mirar. Y volvió a encontrarse a aquel ser aterrador. Sin embargo, Polisauro ya había contado con eso. Ya había decidido cómo enseñarle una lección al monstruo del otro lado de la grieta.

A pesar de la oscuridad, sabía que acertaría. Cogió su tirachinas, estiró la goma y lanzó con precisión una piedra a través de la grieta. Unos segundos después sonó algo parecido a cristales rotos. 

Y luego nada. 

Polisauro volvió a mirar. Y ya no vio nada. Nada. 

El monstruo había desaparecido, tal vez espantado por el barullo de los vidrios al caerle encima. 

Polisauro nunca más volvió a ver aquel rostro terrorífico, porque no llegó siquiera a sospechar que lo que él había roto no era sino un viejo espejo medio desguazado que allí se había quedado olvidado hacía décadas, que reflejaba en lo oscuro y en fragmentos el rostro del propio Polisauro García cuando él miraba por el agujero. 

© Texto: Frantz Ferentz
© Imaxe: Alberto Frías

No hay comentarios:

Publicar un comentario