sábado, 26 de octubre de 2013

LAS BICICLETAS NO VUELAN



Cierto día, Camoy descubrió que podía volar mientras montaba en bicicleta. Fue por casualidad, cuando, al saltar por encima de un montículo, notó que su bicicleta podía quedar suspendida en el aire y que él podía guiarla a voluntad. Disfrutó de aquel descubrimiento durante varias semanas, hasta que, un buen día, el padre de Camoy vio aquello y riñó severamente a su hijo. Le dijo: 

— La gente normal no vuela en bicicleta. Por tanto, tú tampoco, ¿me has oído?

Desde aquel día, cada vez que Camoy intentaba volar, acababa en el suelo, con algún moratón. Y después de aquello, ya no volvió a intentar volar. 

Veinte años después, Camoy vio a su propio hijo Lumbay volar en bicicleta. Y él hizo como había hecho con él su padre, lo riñó severamente. Le dijo: 

— La gente normal no vuela en bicicleta. Por tanto, tú tampoco, ¿me has oído?

Lumay, después de aquello, por mucho que lo intentó, no consiguió nunca más volar en bicicleta. 

Veinte años más tarde, Paruy, nieto de Camoy e hijo de Lumay, fue sorprendido volando en su bicicleta. 
Entonces, su padre, Lumbay, lo riñó severamente: 

— La gente normal no vuela en bicicleta. Por tanto, tú tampoco, ¿me has oído?

Paruy se rascó la cabeza y preguntó extrañado a su padre: 

— ¿Y eso? ¿Por qué no iba a volar? Esta bicicleta está fabricada para volar. 

Y el padre, Lumbay, se calló porque no supo qué decir y ni siquiera lo consultó con el abuelo, Camoy, porque no sabía ni qué preguntarle.

Frantz Ferentz, 2013


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