La princesa dijo:
─ Cuando crezca, quiero ser bombera.
Su padre, el rey, se quedó boquiabierto.
─ ¿Bombera? ¡Pero si tú eres princesa! Tu oficio es muy importante.
─ ¿Ah, sí, casarme con un príncipe azul y tener hijos?
─ Sí, eso es muy importante ─insistió el rey.
De repente, la ceniza del habano que se fumaba el rey se le cayó por la barba y se prendió. Las barbas del monarca comenzaron a arder.
─ ¡Auxilio, bomberos, que me quemo!
Su hija le lanzó un caldero de agua, pero incluso así los pelos se le consumieron hasta no quedar ninguno. Y el rey se quedó sin barba en cuestión de segundos. La princesa contempló la escena pensativa. El rey, todo chamuscado, aún quiso dar una lección a la hija:
─ ¿Hija, has aprendido algo de todo esto?
─ Sí, que ya no quiero ser bombera.
─ Me alegro.
─ Y yo también. Acabo de comprender que mi verdadera vocación es la de peluquera ... ¿Quieres que te arregle las barbas?
Frantz Ferentz, 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario