domingo, 11 de septiembre de 2016

CÓMO NEUTRALIZAR AL MONSTRUO DE LAS PESADILLAS

Cuando Alberto abrió los ojos en mitad de la noche, descubrió que nuevamente allá estaba el monstruo de las pesadillas, a su lado, mirándolo con su rostro horrendo, gruñendo y mostrando sus colmillos inferiores que le sobresalían hacia arriba. De hecho, cada vez que se quedaba en la cama, dejaba todo cubierto de pelos y la madre de Alberto se enfadaba con él, porque decía que el perro no podía dormir en la cama con el chico. La infeliz madre ni se había dado cuenta de que ellos no tenían perro.

No es que Alberto se asustara con aquel monstruo. Ya tenía una edad en la que un simple monstruo no era capaz de asustarlo, pero lo molestaba mucho. Por eso, decidió probar alguna estrategia que le permitiera dormir toda la noche entera sin que el monstruo lo molestase. Lo descubrió por casualidad, cuando una noche dejó el ordenador conectado y luego se durmió. Cuando abrió los ojos, allí se encontró al monstruo de las pesadillas navegando por internet. Parecía estar disfrutando de aquel invento. Como había observado cómo Alberto utilizaba el ratón y saltaba de página en página (el monstruo sería un monstruo, pero no tenía un pelo de tonto), había aprendido a navegar.

Al día siguiente, Alberto comentó con su compañera de clase, Lucía, cómo su monstruo de las pesadillas se había pasado toda la noche navegando por internet. Ella se mostró muy interesada por aquel episodio, en su cuarto había también un monstruo de las pesadillas con complejo de gato, que se pasaba toda la noche durmiendo con ella, dejándola sin espacio en la cama y roncando como un oso.

Pues mira, tengo una idea le dijo Alberto a Lucía. ¿Te importa si esta noche nos vemos en el chat en el ordenador?

No sé, a mis padres no les gusta que yo me conecte tarde.

¿Te fías de mí?

Lucía se conectó por la noche para chatear con Alberto. Apenas habían hablado cinco minutos, cuando Alberto dijo a su compañera:

Oye, yo me voy a dormir ya, pero voy a dejar el ordenador conectado. Haz tú lo mismo.

Pero, ¿por qué?

No preguntes. Mañana sabrás.

Y así lo hicieron. Aquella noche, ambos durmieron de un tirón, sin sobresaltos. Cuando Alberto se despertó al amanecer, se encontró a su monstruo de las pesadillas chateando aún con el monstruo de Lucía. Se habían pasado toda la noche conversando entre ellos. Tal vez, aquellos dos monstruitos eran incluso chico y chica, pero eso él no lo sabía, porque es muy complicado averiguar el sexo de un monstruo de las pesadillas a causa de la pelambrera.

Hola, ya son horas de irse dormir, ¿no? —le dijo Alberto al monstruo, el cual gruñó suavemente y se metió directamente debajo de la cama.

Alberto se rascó la cabeza y se dijo para sí:

Cómo sabía yo que el problema de estos monstruos es que están demasiado solos. Cuando encuentran alguien con quien hablar, se olvidan de asustar.

Entonces se levantó de un saltito y se fue a la cocina.
© Texto: Frantz Ferentz, 2016
© Imagen: Valadouro


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