sábado, 15 de octubre de 2016

LOS OJOS DE SOLE


Sole vino a pasarse unas vacaciones a nuestra casa. Era amiga de mi hermana Cecilia. Dormía en un cuartito al lado de la cocina que le habían preparado para que tuviera allá su dormitorio.

Todas las mañanas, se repetía el mismo ritual, que comenzaba con mi hermana llamando a la puerta del cuarto de Sole.

— ¿Puedo? —preguntaba mi hermana.

— No, que aún no me he pintado los ojos —decía siempre Sole.

Y entonces mi hermana se quedaba esperando hasta que Sole le decía, después de unos minutos:

— Ya puedes.

Y entonces mi hermana le daba los buenos días a Sole y se iban juntas a tomar el desayuno. Yo siempre era testigo mudo de aquel ritual que a ellas tanto les gustaba, pero confieso que, un cierto momento, me sentí muy curioso de ver cómo Sole se pintaba los ojos, porque, cuando salían, parecía una princesa egipcia, con aquellos ojos negros y aquellas pestañas que casi acariciaban a la persona que estaba delante de Sole.

Sin embargo, un día quise gastarle una broma a Sole. Llegué hasta la puerta de su cuarto antes que mi hermana. Llamé suavemente a la puerta y dije intentando imitar la voz de mi hermana:

— ¿Puedo?

Y ella respondió como siempre:

— No, que aún no me he pintado los ojos.

Pero yo abrí la puerta. Ella estaba girada de espaldas, por eso no vi su rostro en el primer momento. Pero cuando se giró, me quedé asustado. Aunque estuviera enfrente de mí, ella no me veía, no tenía... ¡ojos! No me podía ver. Su rostro estaba completo, pero, en efecto, ¡no tenía ojos.

— ¿Pero es que estás sorda? —dijo ella, creyendo que yo era mi hermana—. Aún no me he pintado los ojos. Sal y espérame fuera, por favor. Un día voy a hacerte yo lo mismo a ti antes de que te pintes la boca y te dejo sin desayuno...

No abrí la boca. Salí del cuarto e hice sonar la puerta para que ella supiera que salía. Nunca he contado aquello a nadie. Hasta hoy, cuando, de adolescente, acabo de descubrir que puedo afeitarme con una goma de borrar.

© Texto: Frantz Ferentz, 2016
© Ilustración: Valadouro, 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario