
Personajes
Árbol
Jardinera
Alcalde
Hombre de negocios 1
Hombre de negocios 2
Paseante 1
Paseante 2
Paseante 3
Paseante 4
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El escenario muestra un decorado de árboles sin hojas al fondo. En el centro del escenario, aunque hacia atrás, aparece un solo árbol (dentro habrá lógicamente un actor), que de vez en cuando se moverá como impulsado por el viento. El suelo, en cambio, está todo cubierto de hojas de árboles. Una jardinera se va barriendo el suelo de hojas, como abriéndose camino. Se acerca al árbol solitario. Lo mira, da la vuelta a su alrededor, lo observa un instante. Después saca su celular y hace una llamada.
JARDINERA: Abuela, ¿podría venir un instante? Aquí pasa algo extraño. Los árboles
han amanecido sin hojas de ayer para hoy, están por el suelo… ¿Que quiere que
le ponga el celular junto al árbol? ¿Para oír el murmullo del viento al rozar
contra las ramas? Está bien.
La jardinera hace lo que su abuela le pide. Coloca el celular junto a una rama, en realidad el brazo del actor. Deja un ratito ahí el celular. Luego vuelve a hablar.
JARDINERA: ¿Qué dice, mi abuelita? ¿Que el árbol le ha hablado? ¿Y qué le ha
dicho? ¿En serio? Huy, eso es muy grave. Espere, que voy a llamar al alcalde.
La
jardinera cuelga y enseguida marca otro número. Enseguida empieza a hablar.
JARDINERA: Señor alcalde, soy Catarina, la jardinera municipal. Tiene que venir
inmediatamente al bosque de la Alameda, porque ha pasado algo muy extraño.
Verá, esta mañana, cuando he llegado, todos los árboles estaban sin hoja, lo
cual, como usted comprenderá, no es para nada normal… Además, hablé con mi
abuelita que ella entiende el lenguaje de los árboles cuando los roza el viento
y…
En cuanto la jardinera ha empezado a hablar, el alcalde se le ha ido acercando por detrás, apareciendo por un lado del escenario. Lleva el celular en la mano y va acompañado de dos hombres de negocios, con panzota y gafas de sol. Los tres visten trajes con corbata.
ALCALDE:
Buenos días.
Catarina
da un saltito del susto y se gira. Ambos cierran sus celulares.
JARDINERA: Señor alcalde, ¿cómo usted por aquí?
ALCALDE: Estaba por aquí mostrando a estos dos señores estos terrenos. Les
interesan mucho.
HOMBRE DE NEGOCIOS 1: Sí, sí, un terrenito estupendo para
construir un aeródromo, tres casinos y dos autopistas y media.
HOMBRE DE NEGOCIOS 2: Bueno, por no citar tres hoteles de lujo,
dos campos de golf y tres rascacielos…
El
alcalde y los dos hombres de negocios se ríen.
JARDINERA: Señor alcalde, dice mi abuelita que lo que les ocurre a los árboles es
que se han puesto en huelga.
El
alcalde y los dos hombres de negocio rompen a reír a carcajadas. La jardinera
permanece inmóvil al lado observándolos.
JARDINERA: En serio, señor alcalde.
Ella conoce ese lenguaje. Dice que los árboles se han hartado de que los
talemos, los quememos y degrademos todo alrededor de ellos, dejando toneladas
de basura a sus pies. Por eso, se han puesto en huelga y han dejado de crear
oxígeno para que podamos respirar. Han dicho que no volverán a limpiar la
atmósfera mientras no los respetemos.
Los
dos hombres y el alcalde vuelven a reírse, pero se alejan, salen del escenario.
Mientras tanto, cuatro paseantes entran en el escenario, dos por cada lado del
escenario. En cuanto tocan el escenario cuchichean entre ellos señalando para
el suelo. La jardinera, mientras tanto, sigue barriendo con desgana. Los cuatro
paseantes acaban reuniéndose con la jardinera en el centro del escenario.
PASEANTE 1: Buenos días, jardinera.
¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué hacen todas estas hojas para el suelo? ¿Están
enfermos todos los árboles?
JARDINERA: No, no es eso, es que los
árboles están en huelga de oxígeno.
PASEANTE 2: ¿Huelga de oxígeno?
PASEANTE 3: Yo me creo eso. Mi
abuelo también me habló de que había oído a los árboles lamentarse entre ellos
por lo mal que los tratamos.
PASEANTE 4: ¿Y cómo hace su abuelo?
PASEANTE 3: Él sabe interpretar el
rumor que hace el viento al rozar los árboles, con hojas o sin ellas.
PASEANTES 1, 2 y 4: Aaahhhh
JARDINERA: Eso mismo dice mi abuela.
Yo creo que deberíamos hacer algo, ¿no?
PASEANTE 2: ¿Pero el qué?
JARDINERA: Lo cierto es que el
alcalde quiere talar todos los árboles y permitir que construyan no sé cuántas
cosas en el espacio del bosque.
PASEANTE 2: Huy, qué barbaridad. No
será para tanto.
PASEANTE 3: Pues yo creo que sí, que
esto es muy serio.
De
repente, las cinco personas que están en el escenario comienzan a toser. Se
llevan la mano a la garganta. Se quedan sentadas en el suelo, respiran con
dificultad. La jardinera aún hace un esfuerzo, se levanta, saca su celular y lo
coloca al lado del árbol del centro del escenario al fondo.
ÁRBOL:
Señor alcalde, regrese inmediatamente a la entrada del bosque.
La
jardinera se deja caer en el suelo y ahí se queda. Los cuatro paseantes siguen
tirados en el suelo, respiran con dificultad, jadean.
Enseguida
llega el alcalde con los dos hombres de negocios. Entran por el mismo lateral
por el que había salido. Se frenan en seco al ver aquella gente tirada en el
suelo.
ALCALDE:
¿Qué pasa aquí?
La
jardinera aún hace un esfuerzo y consigue hablar.
JARDINERA:
No queda oxigeno…
Los
dos hombres de negocios también empiezan a caer al suelo. No consiguen respirar.
ALCALDE: Árbol, te ordeno que nos
devuelvas el oxígeno.
ÁRBOL: ¿Por qué? ¿Qué has hecho tú
por mí? ¿Desprotegerme, llenarme de basura, acabar con los animales que viven a
mis pies, permitir que me quemen?
ALCALDE: Con que tú eres el líder de
esta revuelta, ¿eh? Te voy a quemar… cof, cof, cof (el alcalde nota que le empieza a faltar el aire).
ÁRBOL: El fuego necesita oxígeno
para arder. Y tú necesitas oxígeno para respirar.
JARDINERA: Árbol, tienes toda la razón,
por favor, perdónanos.
ÁRBOL: ¿Y quién me asegura que no
volverán a hacer lo mismo?
JARDINERA: Voy a hablar con todos
los vecinos. Vamos a elegir otro alcalde, un alcalde que nos apoye en el
respeto a la naturaleza.
ÁRBOL: No me fío.
Los
cuatro paseantes se ponen de rodillas y hablan.
PASEANTES: Nosotros estamos con
ella. Iremos ahora mismo al pueblo y haremos una asamblea. Traeremos aquí a
todo el pueblo. Tú mismo podrás hablar con todos.
ÁRBOL:
Sea.
Todos
los personajes vuelven a respirar normal. Se levantan del suelo. El árbol
vuelve a cubrirse de hojas.
JARDINERA: Gracias, árbol.
ÁRBOL: No habrá otra oportunidad.
Cumplan su palabra.
ALCALDE: ¿Pero están ustedes locos?
¿No ven que todos en el pueblo podemos ser ricos?
JARDINERA: Señor alcalde, dígame,
¿de qué le sirve tanta plata si está usted muerto?
Los
cuatro paseantes salen del escenario, mientras el alcalde y los dos hombres de
negocio se quedan solos en el escenario, flanqueándolo. La obra termina con la
risa del árbol, que suena como un soplo de brisa.
© Frantz Ferentz, 2016
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