miércoles, 2 de octubre de 2019

LOS PEDOS DEL EMPERADOR

En cuanto Hermenéutico V fue proclamado emperador, empezó la pesadilla de sus súbditos. 
El monarca tenía la costumbre de tirarse pedos en todas partes. Normalmente eran de esos sin sonido, pero que huelen horribles. Nadie se atrevía a decir nada, faltaría más, pero en privado los cortesanos comentaban. Los rumores llegaron a oídos del rey, que convocó a los miembros de la corte y les dijo:
– Sé que pensáis que yo me tiro pedos, pero lo cierto es que se trata de mi colonia, que está de moda en París. Se llama Vent d’Intestin
En cuanto el emperador dijo aquello, todos los cortesanos comenzaron a tirarse pedos y a conservarlos en frasquitos de vidrio. Si era la moda de París, había que seguirla, pues. 
Aumentó el consumo de alubias en todo el reino. La gente que más pedos se tiraba ganaba mucho dinero. Hubo quien consiguió embotellar pedos de vaca que tienen mucho gas metano. El olor a pedo se convirtió en el perfume de la corte imperial. 
Por eso, no os debe extrañar que, cuando los revolucionarios entraron en palacio y quisieron derrocar al monarca, tuvieron que darse media vuelta porque salieron intoxicados y esperar aún unos siglos, hasta que se inventaron las máscaras de gas.
© Frantz Ferentz, 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario