Herbáceo de Silva estaba jugando al fútbol con sus compañeros de clase cuando, de repente, recibió un balonazo en la nariz durante el recreo.
La nariz se le cayó al suelo. Todos lo vieron. Todos se quedaron sin aliento y, durante unos segundos, no pudieron apartar la vista de aquel objeto caído.
Sin embargo, aquella nariz era falsa, estaba hecha de caucho. Esta era la única manera de explicar por qué no había ni una sola gota de sangre.
Herbáceo intentó mantener la calma. Levantó la nariz del suelo, sopló el polvo y la reemplazó con ayuda de cinta adhesiva.
Al ver eso, todos los compañeros salieron corriendo horrorizados al presenciar el rostro recompuesto de Herbáceo. Todos, menos Miguel, que tenía mucha curiosidad y le preguntó:
— ¿Como asi? ¿Cómo respiras si no tienes nariz?
Entonces Herbáceo le dio la espalda a su compañero, levantó su densa cabellera hasta la nuca y le mostró su verdadera nariz, justo sobre la nuca, como una gran verruga, pero con dos agujeros.
© Frantz Ferentz, 2023
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