Un buen día, Fabricio Delataza descubrió que su sombra era mala, muy mala.
Nada más salir a la calle, su sombra empezó a tomar formas absurdas: un hipopótamo cojo, una ballena bailarina, un tranvía a pedales...
Todos los viandantes que veían caminar a Fabricio seguido por aquella sombra juguetona se reían y reían sin parar.
Fabrício decidió deshacerse de su sombra, por lo que permaneció encerrado en su casa, completamente a oscuras.
Pero después de varios días, Fabricio se quedó sin comida. Y le entró el hambre.
Finalmente salió a la calle, pero Fabricio solo salía de noche y por vías sin alumbrado público, pero nunca salía en noches de luna llena para evitar que su sombra fuera proyectada por la luz de la luna y jugase a ser un hombre lobo... ¡Auuuuuu!
© Frantz Ferentz, 203
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