jueves, 30 de noviembre de 2023

PARANÁ: PROBLEMAS DE MEMORIA

 

El avión alcanzó los diez mil metros de altura, que es lo que los pilotos llaman velocidad de crucero. Todo iba muy bien durante el vuelo. Sin embargo, de repente el capitán le dijo al copiloto:

— A ver, se me ha olvidado cómo pilotar un avión.

El copiloto pensó que era una broma, pero el capitán era el hombre más serio que conocía, no se reiría aunque le hicieran cosquillas en la planta de los pies.

— ¿En serio? —preguntó el copiloto.

— En serio. Pero de repente sé todo sobre cómo fabricar explosivos y cómo convertir el baño en una bomba.

El copiloto temblaba de miedo porque no podía aterrizar el avión, pero no podía admitirlo porque le entraría un ataque de pánico. Decidió hablar con la azafata, para lo cual puso el piloto automático.

Pero la azafata no tuvo una reacción muy profesional, ya que salió corriendo por la cabina gritando histéricamente:

— ¿Algún pasajero a bordo sabe pilotar un avión?

Al instante comenzaron los gritos de pánico. Pero en medio de aquel lío, un pasajero agarró del brazo a la asistente y le dijo:

—Yo, yo sé volar.

— ¿Es piloto?

— No, en realidad soy terrorista. Pero de repente olvidé todo lo que sabía sobre explosivos y ahora sé todo lo que hay que saber sobre volar aviones. Y no sé por qué.

El copiloto y la azafata intercambiaron miradas. Ambos se entendieron sin palabras. Por alguna razón desconocida, el piloto y el terrorista intercambiaron sus conocimientos. Sin embargo, era muy urgente aterrizar el avión.

— ¿Está listo para aterrizar este avión?

— Siento que lo he hecho mil veces... Está bien, lo haré.

El terrorista aterrizó el avión casi sin problemas, el cual dio un buen bote cuando las ruedas tocaron el suelo. Los pasajeros aplaudieron emocionados porque les habían salvado la vida.

Pero luego llegó el momento de las preguntas. ¿Quién había provocado el intercambio de conocimientos? Estaba claro que quienquiera que lo hiciera conocía las intenciones del terrorista. Sin embargo, sea como fuere, el bote del aterrizaje hizo que el brujo o bruja a bordo perdiera el control de sus poderes y así un cirujano de repente supo todo sobre la cría de caracoles, el criador de caracoles sabía todo sobre técnicas de peluquería, el peluquero sabía todo sobre gramática sánscrita, el lingüista sabía todo sobre colocación de ladrillos, el albañil se sabía de memoria todas las leyes penales del país, el abogado sabía todo sobre mecánica de tractores... Y así fue como todos los pasajeros perdieron sus conocimientos y adquirieron los de su vecino de sillón.

© Frantz Ferentz, 2023

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