domingo, 11 de julio de 2021

SANDRO Y LA EXTRAÑA CRIATURA

 


— Mamá, mamá, mira, ¡hay un dragón en miniatura que corre por la pared! —gritó Sandro de repente desde el salón de la casa.

La mamá, al principio, no le hizo caso.

Cosas de niños ... un dragón, ni que lanzase chispas por la boca.

La mamá siguió escribiendo en la computadora, hasta que Sandro volvió a gritar desde el salón:

— Mamá, ven, mira cómo se mueve el dragón.

Sandro estaba emocionado, así que la madre decidió ir a ver el bicho, fuera lo que fuera.

Obdulia, la madre de Sandro, miró fijamente una mancha en la pared.

Se acercó más y pudo ver una silueta.

— Mamá, ¿por qué no te pones las gafas? —preguntó Sandro

—. Si no, no verás de qué se trata.

Obdulia se puso las gafas.

Y al instante se echó hacia atrás.

— ¡Es una lagartija!

Y en ese momento, el insecto saltó por la pared y se comió una mosca.

¡ÑAM! ¡ÑAM!

Qué buena estaba.

El hijo y la madre se quedaron atónitos.

— Aléjate, hijo, puede ser peligroso —dijo la madre—. Esta es una especie de lagartija extraterrestre, aunque parece que se alimenta de moscas.

— No mamá. Es un minidragón que se alimenta de moscas, pero aún no ha escupido ninguna llamarada.

Ambos se quedaron mirando a la criatura.

La verdad es que era simpático.

Tenía escamas y sus dedos parecían ventosas pegadas a la pared.

Y la criatura los miró.

Qué agradable.

— Dejémoslo en paz —dijo la mamá—. Si come moscas, siempre es bienvenido, porque esta casa está llena de ellas.

Pero Sandro pensó que era muy triste comer solo moscas.

Por un momento pensó en cazar él una mosca y comérsela, pero probablemente le sabría a rayos, mejor no intentarlo.

Así que fue a la cocina, abrió la nevera y cortó un trocito minúsculo de pastel de zanahoria con nata que le había preparado su madre.

¡Estaba tan bueno!

Solo de pensarlo, a Sandro se le hizo la boca agua.

Simplemente tomó un pedazo del pastel y lo dejó en un mueble que estaba debajo del minidragón extraterrestre comemoscas.

Al día siguiente, resultó que no quedaba nada del pastel de zanahoria.

Sandro pensó:

— Entre alimentarse de moscas o de tarta de zanahoria, yo tampoco tendría dudas.

Y así fue como todos los días antes de irse a la cama, Sandro dejaba trozos de pastel, tarta u otras cosas dulces para que el minidragón se alimentara.

Y todos los días, al levantarse, Sandro veía que no quedaba ni rastro de la comida que dejaba para el minidragón.

Tantas golosinas atrajeron la atención de más minidragones.

Después de unos días, la pared se llenó de minidragones, bueno, no tantos, eran cinco.

La mamá de Sandro luego comentó:

— Hay un misterio en esta casa. Cada vez hay más moscas, aunque hay al menos cinco minidragones corriendo por la pared.

Y luego la madre descubrió las migajas de los pasteles y tartas que Aldo les estaba dando a aquellos bichos de ojos grandes.

Además, los minidragones estaban engordando, no comían de manera equilibrada, estaban consumiendo muchos pasteles.

—¿Estás alimentando con dulces a estos animalitos?

Aldo simplemente asintió moviendo la cabeza.

— De todos modos —prosiguió Obdulia—. Hay cosas aquí que no me cuadran.

La mamá tomó una foto de una de las criaturas y la consultó en internet, ya que no podía ser ni un minidragón ni una criatura alienígena; lo único seguro era que se alimentaba de moscas, a menos que hubiera tarta ...

No pasó mucho tiempo hasta que encontró la respuesta en internet.

Era una salamanquesa.

Las salamanquesas son pequeños reptiles que trepan por las paredes y se alimentan principalmente de moscas. Solo se ven en verano.

Obdulia miró al mueble y enseguida se dio cuenta de lo que había pasado:

— Si sigues dando dulces a las salamanquesas, luego ya no querrán cazar moscas y tendremos la casa llena de ellas.

Sandro asintió, sabiendo que su madre tenía razón.

— No les des más dulces para comer, o tendremos la casa llena de moscas.

Sandro estaba un poco triste.

Le gustaban las salamanquesas.

Eran tan bonitas ...

Obdulia vio el rostro triste de su hijo y, acariciándole la cabeza, le dijo:

— Está bien, puedes darle pastel, pero solo los domingos. El resto de la semana, déjalos comer moscas, que son salamanquesas, no gurmés.

Y así fue como en la casa de Sandro y Obdulia las salamanquesas, además de moscas, se alimentaban de dulces, pero lo que pasó después con esas dietas y la llegada masiva de más salamanquesas ya es otra historia.


© Frantz Ferentz, 2021