domingo, 25 de enero de 2015

LA ENCARNACIÓN DE ALIPIO GARCÍA


    ━ Cuando mi cuerpo muera, quiero que mi alma siga en la Tierra. Tienes que conseguir que me encarne en otro cuerpo, un cuerpo que se mueva y que pueda manejar --pidió Alipio García al brujo Ermolako, el cual, por una bolsa de monedas de oro, una tarjeta de crédito casi sin límite y unas vacaciones pagadas en las Seychelles, aceptó el encargo de Alipio.
    ━ Cuando sientas que estás a punto de morir ━dijo el brujo poderoso━, pronuncia esta frase: Reincarnatio iam. De ese modo, tu almá se apoderará del cuerpo más cercano que haya a tu alrededor.
    Y así, Alipio tuvo un accidente de tráfico mortal. Al llegar el momento de su muerte, Alipio pronunció:
    ━ Reincarnatio iam.
    Y, efectivamente, mientras su cuerpo moría, su alma se levantaba de su cuerpo, per en vez de irse para el más allá, flotaba en el aire buscando un cuerpo que ocupar. Y enseguida lo encontró. Y se encarnó en él.
    Desde ese momento, Alipio se convirtió en un coche fantasma, porque su alma se encarnó en el coche de la policía que había acudido en su auxilio, pues de alguna manera, un auto era un cuerpo. Ahora, todos corren asustados al ver correr aquel coche que hace sonar las sirenas de la policía y que parece tener vida propia... Lo que Alipio no se ha parado a pensar es que en algún momento se va a quedar sin gasolina...

Frantz Ferentz, 2015


domingo, 18 de enero de 2015

LA PRINCESA BOMBERA

La princesa dijo:
─ Cuando crezca, quiero ser bombera.
Su padre, el rey, se quedó boquiabierto.
─ ¿Bombera? ¡Pero si tú eres princesa! Tu oficio es muy importante.
─ ¿Ah, sí, casarme con un príncipe azul y tener hijos?
─ Sí, eso es muy importante ─insistió el rey.
De repente, la ceniza del habano que se fumaba el rey se le cayó por la barba y se prendió. Las barbas del monarca comenzaron a arder.
─ ¡Auxilio, bomberos, que me quemo!
Su hija le lanzó un caldero de agua, pero incluso así los pelos se le consumieron hasta no quedar ninguno. Y el rey se quedó sin barba en cuestión de segundos. La princesa contempló la escena pensativa. El rey, todo chamuscado, aún quiso dar una lección a la hija:
─ ¿Hija, has aprendido algo de todo esto?
─ Sí, que ya no quiero ser bombera.
─ Me alegro.

─ Y yo también. Acabo de comprender que mi verdadera vocación es la de peluquera ... ¿Quieres que te arregle las barbas?

Frantz Ferentz, 2015