miércoles, 28 de octubre de 2020

MONICA, LA ABRAZADORA


Personajes

  • Mónica

  • Mónica 2

  • Árbol

  • Hipopótamo

  • Bruja, viste de negro, con verruga incluida.

  • Ladrón o ladrona, es indiferente el sexo. Viste todo de negro, con capucha

  • Policía, es indiferente el sexo. Viste de manera clásica, con guerrera con botones y casco alto. Lleva un silbato que cuelga de un cordel alrededor del cuello.


ACTO ÚNICO

Aparece Mónica en escena. Hay peluches descabezados por el suelo. En ese momento camina abrazando un peluche, al que abraza con fuerza, pero, de repente, se le cae la cabeza al suelo.

MÓNICA:          Hala, otro peluche destrozado.

Deja caer el peluche en el suelo, decapitado, como el resto.

MÓNICA [al frente]: ¿Y qué hago yo ahora? Necesito abrazar. No me queda ni un solo peluche y ni tengo dinero para comprar más. Además, necesito abrazar ya. Tendré que salir a la calle, pese al confinamiento, a ver si encuentro alguien a quien abrazar.

Mónica se pone la mascarilla y se pone en movimiento. Camina hasta la puerta (invisible). La abre, la cierra, sigue caminando. Se topa con un árbol. Se golpea contra el árbol, no lo ve porque va mirando al suelo.

MÓNICA [tras chocarse]: Huy, perdone.

Mónica sigue mirando al suelo. 

MÓNICA:           Dije que perdón.

Finalmente alza la vista. Ve el árbol.

MÓNICA: Normal que no me responda, es un árbol... Pero, quién sabe, quizá sea abrazable.

Mónica se dispone a abrazar al árbol. Pasa un brazo por un lado y el otro por el contrario. Lo abraza, pegando el rostro al tronco. Permanece así unos segundos, con los ojos cerrados. En su rostro se dibuja una sonrisa.

MÓNICA: Hmm, me encanta abrazarte, árbol. Te llevaré a casa.

Mónica intenta arrastrar el árbol con ambas manos, pero el árbol no se mueve.

MÓNICA: Pues nada, ya vendré otro día a abrazarte. Hasta luego.

Una de las ramas del árbol se mueve levemente, como si se despidiese. Mónica sigue caminando, el árbol deja de estar a la vista.

Al rato, Mónica se topa con un hipopótamo. El animal está tranquilamente caminando. Mueve el rabito.

Mónica se detiene delante de su hocico. El hipopótamo también se detiene. Gruñe suavemente (parece un cerdito en lo de gruñir).

MÓNICA: Hola, hipopótamo, con tu permiso, te voy a abrazar.

El hipopótamo permanece inmóvil. Mónica intenta abrazarlo varias veces. Lo abraza primero por el cuello, luego por el pecho poniéndose de rodillas, después por la barriga desde abajo y, finalmente, desde arriba. Pero los abrazos son un fiasco.

MÓNICA: Hipopótamo, eres poco abrazable. Que tengas un buen día.

El hipopótamo gruñe suave y sigue su camino, mientras Mónica sigue el suyo

Al rato, Mónica se topa con una escoba por el suelo. La recoge y la mira. Después se dispone a abrazarla. No hay modo, la escoba es demasiado fina. 

Y mientras está en ello, se le acerca por detrás una bruja. Lleva un cono como gorro, unos pelos horrendos, viste de negro y tendrá una nariz puntiaguda con una verruga del tamaño de una canica.

BRUJA: Aquí estás, Mariola.

MÓNICA [volviéndose hacia la bruja]: No, Mónica.

BRUJA: ¿Mande?

MÓNICA: Que me llamo Mónica, no Mariola. 

BRUJA: Hablaba con mi escoba.

MÓNICA: ¿Es que la escoba habla? Porque abrazar no abraza.

BRUJA: Normal, no tiene manos. Pero no habla, aunque sí vuela.

MÓNICA: ¿Que vuela?

BRUJA: Sí, está embrujada.

MÓNICA: ¿Entonces usted es una bruja?

BRUJA [vacila]: Esteee...

Mónica no espera una respuesta. Se lanza sobre la bruja y se dispone a abrazarla, pero no acaba de hacerlo.

MÓNICA: Puaj, qué horror, qué mal huele usted. [Se aparta]. Huele a ajo... y cebolla. Se trata de alguna poción.

BRUJA: Noooo, es que estaba preparando un estofado para  comer.

La bruja recoge la escoba del suelo, se la coloca entre las piernas y sale corriendo para tomar carrerilla y despegar. Se pierde de vista.

MÓNICA: Qué mal educada, puede ser todo lo bruja que quiera, pero ya podía despedirse.

En ese momento, se oye un silbato.

POLICÍA:          ¡Alto, deténgase!

Aparece un ladrón corriendo. Viste todo negro, con una capucha toda negra que solo deja a la vista sus ojos. Mónica se interpone en su camino. Va con los brazos abiertos.

MÓNICA:     ¡¡Un abrazo!!

El ladrón no se lo espera. Se detiene asustado. Mónica aprovecha para abrazarlo. Lo aprieta. El ladrón intenta zafarse de Mónica. Llega el policía corriendo, pero sin aliento.

POLICÍA [jaleando, con la mascarilla colgando]: En nombre... de la... de la... ley... alto.

El ladrón consigue zafarse de Mónica y sale corriendo como un galgo. Mientras, el policía intenta recuperar el aliento, momento que Mónica aprovecha para abrazarlo.

POLICÍA: ¿Qué hace? ¡Suélteme!

MÓNICA: A ver si se lava, que huele a sudor. Y haga más ejercicio, que está en muy mala forma.

POLICÍA: ¡¡Suélteme!!

Mónica lo suelta. El policía continúa con la persecución. Sopla el silbato otra vez, sin resuello, y se pierde de vista.

MÓNICA: Está visto que no encuentro a quien abrazar. ¿Pero es que la gente no entiende que para mí abrazar es algo vital? Ay, qué penita. Me vuelvo a mi casa.

Mónica se pone a caminar. Avanza rápido. Llega hasta la puerta invisible de su casa. Se retira la mascarilla. Se saca la llave, la mete en la cerradura, desatranca, abre la puerta y entra en casa.

Se queda parada un momento. Luego se dirige al espejo de cuerpo entero. El público ve la espalda de Mónica, mientras que verá su imagen de frente. Según se acerca, se ve su imagen acercarse. Lógicamente, el reflejo del espejo repite los movimientos de Mónica, que solo moverá levemente la mano y la cabeza mientras monologa.

MÓNICA: Es muy triste mi vida. Yo, si no abrazo, exploto. Pensé que abrazar gente o árboles, o animales, sería más placentero que abrazar peluches, que se rompen enseguida, pero lo cierto es que no resulta [suspira con mucha pena].

Mónica se cubre el rostro con las manos y hasta solloza. Se la queda mirando reflejo, que gira la cabeza hacia un lado.

De repente, el reflejo de Mónica, o sea, Mónica 2, se asoma por fuera del marco del espejo.

MÓNICA 2:   Psst...

Mónica no se da por enterada. Mónica 2 insiste.

MÓNICA 2:   ¡Eh!

Mónica sale de su ensimismamiento. Ve a Mónica 2. Da un paso para atrás.

MÓNICA: ¿Quién eres?

MÓNICA 2:         Yo soy tú.

MÓNICA: ¿Y tú eres yo?

MÓNICA 2:        Depende.

MÓNICA: ¿De qué depende?

MÓNICA 2:         De si eres abrazada o abrazante.

MÓNICA: No entiendo.

MÓNICA 2:         Vamos a ver. Tú qué quieres, ¿abrazar o ser abrazada?

MÓNICA: Abrazar, pero me sale fatal. No lo consigo.

MÓNICA 2:         ¿Y alguna vez te han abrazado?

MONICA [dudando]: Este... Creo que no. No estoy segura.

MÓNICA 2: Si te hubiesen abrazado, no lo olvidarías.

Mónica 2 sale del espejo. Ambas Mónicas están frente a frente. 

MÓNICA 2:         Anda, abrázame.

MÓNICA: ¿Estás segura?

MÓNICA 2 [haciéndole un gesto con la mano para que se le acerque]: Completamente.

Mónica se le acerca lentamente. Alza lentamente los brazos para abrazar a su reflejo. Mónica 2 hace lo mismo y abraza a Mónica. Al cabo de diez segundos, se separan lentamente.

MÓNICA 2:         ¿Qué tal?

MÓNICA [emocionada]: Uf, ha sido increíble, no tengo palabras.

MÓNICA 2:         Por qué.

MÓNICA: Pues porque al mismo tiempo que te abrazaba, me abrazabas.

MÓNICA 2:        Pero si yo soy tú, tú te abrazabas a ti misma.

MÓNICA: No me líes.

MONICA 2:         ¿No lo notas?

MÓNICA: ¿El qué? ¿Que recibo un abrazo?

MÓNICA 2:         Es más que eso. Es la primera vez que te quieres a ti misma. Y cuando abrazas, el amor que tienes en ti misma debes dárselo al mundo. Pero, al mismo tiempo, tienes que ser abrazada para que el mundo te devuelva ese amor.

MÓNICA: No digas bobadas.

MÓNICA 2:         Es la pura verdad. Sal al mundo y abraza, pero que te devuelvan el abrazo.

De repente, el reflejo de Mónica regresa al espejo. Se pierde al otro lado.

Mónica tarda un poco en reaccionar, pero luego decide seguir a su reflejo.

MÓNICA:         ¡Espérame!

Mónica atraviesa el espejo, pero es como si pasase un marco vacío, no cruza a otra realidad.

MÓNICA:         ¿Por dónde te has ido?

Silencio. Mónica mira a su alrededor. De repente ve un marcador negro y una cartulina blanca. Se sienta en el suelo y escribe en letras grandes:

«Intercambio abrazar por ser abrazada»

Luego, se cuelga la cartulina, se coloca la mascarilla, se dirige a la puerta invisible de la calle, la abre, sale y la cierra. Una vez fuera, se sienta en el suelo con el cartel bien a la vista. Se sienta a esperar. 

Va a oscuro


TELÓN



NOTAS

Mónica debería llevar una máscara, para que la actriz que interpreta a Mónica 2 tenga el mismo rostro.

La puerta de la calle es invisible. Mónica la abre y la cierra como un mimo.

Mónica no camina realmente. Solo mueve los pies. Los que se mueven de verdad son los demás personajes, aunque dentro del escenario Mónica puede dar algunos pasos.

El hipopótamo es un personaje que requiere de dos actores.

 © Frantz Ferentz, 2020

domingo, 18 de octubre de 2020

EL ABUELO RAMÓN

 



Dramatis personae


Nur, de doce años

Abuelo Ramón

Madre de Nur


Acto 1



Es el cuarto de Nur. La niña está sentada en el centro de la escena, en el suelo sobre una alfombra redonda. Está peinando un perro lanudo pequeño. Detrás de ella, está su cama, bien hecha, con una alfombra rectangular en el lateral. La pared del fondo tiene papel pintado con motivos juveniles.

Nur canturrea algo. Está totalmente concentrada en el peinado de las lanas de su mascota. La niña lo hace lentamente, de arriba para abajo y vuelta a empezar.

Entra por un lateral una forma flotante, es un espectro. La mitad de la escena donde está el espectro se oscurece y solo se ve la forma que se mueve hacia el centro.

El perro nota la presencia del recién llegado. Levanta la cabeza y gime.

Es el abuelo Ramón en forma de espíritu, pero no tiene propiamente forma humana. Se acerca a la niña, pero cuando está a una distancia corta, extiende los brazos. Se ven las manos y los antebrazos.

Pero las manos parecen tropezarse con algo. Es como si hubiera un muro de vidrio invisible que separa a la niña del espectro.

El abuelo Ramón se mueve a lo largo del muro invisible, con cierta desesperación. Nur se interrumpe. Alza la vista. Mira al frente, hacia donde está el abuelo Ramón. Se queda con la boca abierta.

NUR: ¿Abuelo? ¿Eres tú?

El abuelo se detiene. Se queda delante de la niña.

ABUELO (con angustia): ¿Dónde está la abuela? ¿Dónde está la abuela?

La niña se levanta. Avanza hasta el muro invisible. Extiende la mano derecha. El abuelo extiende la mano izquierda, pero no se tocan, pues por medio está el muro invisible.

NUR: Abuelo, eres tú, ¿verdad?

ABUELO: La abuela, ¿dónde está?

Nur baja la cabeza. Suspira.

NUR: Abuelo, sé que estás ahí. Quiero oírte.

Nur se sienta en el suelo. Alza la vista en dirección al abuelo.

NUR: Estoy aquí. Estoy cerca. Estoy aquí.

ABUELO: ¡Quiero ver a la abuela!

NUR: Abuelo... Abuelo... Soy Nur. Me oyes, ¿verdad?

El abuelo parece calmarse. Se queda quieto y callado unos momentos.

Nur vuelve a levantarse y de nuevo se acerca al abuelo.

NUR: La abuela está bien. Está descansando.

ABUELO: Está sola...

NUR: No está sola. Nosotros cuidamos de ella.

Hay unos segundos de silencio. La chica coloca la mano derecha en el vidrio invisible y el abuelo su mano izquierda, que no llegan a tocarse.

NUR: Abuelo, no temas. Todo está en orden.

Silencio.

NUR: Ahora tú ya tienes que partir. Te están esperando.

El abuelo deja caer la mano izquierda.

NUR: El tío está esperando. Lo sé.

El abuelo sigue inmóvil.

ABUELO: No sé qué pasa.

NUR: Que tienes que irte, abuelo. Pero todo está bien. La abuela está cuidada. La verás luego a ella, y a nosotras. Te vas, pero no nos separamos.

El abuelo suelta un gran suspiro.

ABUELO: ¿Seguro?

NUR: Créeme, abuelo. 

Pausa.

NUR: Yo te quiero mucho, abuelo. Fuiste tú quien me cuidó tantas y tantas veces cuando era bebé, que me compraba caprichos y quien me decía que seré lo que yo quiera. Y te creo.

Pausa. El abuelo da dos pasos atrás.

NUR: Ya ves que yo heredé los dones de la abuela. Por eso, te siento y sé que llegó el momento de tu partida, pero que no nos abandonarás.

El abuelo da otros dos pasos para atrás.

NUR: Ni te digo que te cuides, porque sé que estarás muy bien.

El abuelo ya acaba saliendo de la escena.

Nur baja la mano, vuelve junto al perro. Sigue peinándole las lanas.


Acto 2


Entra la madre. Camina muy despacio. Se cubre el rostro con un pañuelo. Se le oye sollozar.

MADRE: Cariño, tengo que decirte algo que ha pasado hace un ratito. Ha llamado la tía...

NUR (interrumpiendo): Ya lo sé mamá.

La madre se quita el pañuelo del rostro. Lo tiene congestionado. Sus ojos están irritados de haber llorado.

MADRE: ¿Cómo que lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?

NUR: He hablado con el propio abuelo.

La madre da un paso atrás. Tiene cara de susto.

MADRE: ¿Lo has visto?

NUR: No, solo hablé con él.

MADRE: ¿Cómo es posible?

NUR: Soy como la abuela...

MADRE: No, tú no...

Silencio. Nur se levanta y se acerca a su madre. La madre da otro paso atrás.

MADRE: Eres una bruja, tú también.

NUR: Sí, pero sabes que no es algo malo. Hoy he descubierto lo que soy, gracias al abuelo, aunque ya me lo imaginaba. Tú también perteneces a una casta de brujas.

MADRE (alterada): ¡No, yo no!

NUR: Nunca has dejado salir tu naturaleza. Pero el abuelo se enamoró de una bruja y la ha amado siempre.

MADRE: Cállate.

NUR: Me puedo callar, pero eso no niega la realidad. Es que tienes una visión trasnochada de las brujas. No volamos en escobas. Además, no importa que yo sea bruja, es un don que tengo para ayudar. Y eso no me impedirá convertirme en directora de cine, que es lo que quiero llegar a ser.

La madre se sienta en la cama. Nur vuelve a sentarse en el suelo. Sigue peinando al perro. En un momento dado gira la cabeza y le dice a la madre.

NUR: El abuelo está en paz. Ha pasado al otro lado.

La madre se pone de pie.

NUR: El abuelo ya es eterno, mamá.

Y Nur vuelve a peinar al perro, mientras su madre se la queda mirando.

Va a oscuro.

Telón

© Frantz Ferentz, 2020