Marcelo tenía seis años y lo que más le gustaba en esta vida era imitar a Spiderman. Se vestía como él, saltaba como él, intentaba salvar al mundo como él (bueno, como mucho le daba la lata al perro de casa, Chocolate) e incluso intentaba trepar como él, pero bueno, eso ya no era posible, porque Marcelo no tenía poderes arácnidos.
Lo suyo con Spiderman era pura pasión. Si lo dejaban, se iba al colegio vestido de Spiderman, lo cual enojaba a su mamá, que le decía que los héroes también tienen personalidad secreta y que la suya era la de Marcelo, que por tanto no podía ir vestido de Spiderman al colegio. Por suerte, aquel argumento funcionó y solo se vestía de Spiderman en casa.
Pero su cuarto era un caos. Era imposible mantenerlo en orden. En cuanto llegaba del cole, lanzaba todos los objetos por el aire. Cataplum. Se montaban montañitas de juguetes y de ropa.
— Mira, Marcelo...
— Spiderman, mamá.
— Mira, Spiderman, los superhéroes son limpísimos. Mantienen sus cuartos perfectamente ordenados.
Aquellas palabras dejaron a Marcelo muy pensativo. Por eso, aprovechando que mamá estaba al teléfono, se sentó ante la computadora, que estaba encendida, y tecleó: habitación Spiderman.
Y lo que salió fue sorprendente. Salían imágenes de Peter Parker. Y desde luego, su habitación daba asco. Estaba tan desordenada como la de Marcelo. El niño se quedó sonriente esperando a que su mamá acabase de hablar para mostrarle las imágenes.
Cuando la mamá acabó de hablar, se encontró con el dedito de Marcelo señalando a la pantalla. La mamá se dio cuenta enseguida de qué iba aquello. Tenía que reaccionar inmediatamente. Tecleó corriendo algo que Marcelo no consiguió leer, porque iba muy deprisa. Al instante aparecieron imágenes de Spiderman con el traje roto y tirado en el suelo vencido por un enemigo más poderoso que él.
— ¿Ves eso? —preguntó la mamá.
— Sí... —respondió Marcelo con cierto susto.
— Pues eso es lo que le pasa a Spiderman cada vez que uno de sus enemigos llega a su casa y encuentra ese caos y ese desorden en su habitación. Los enemigos de Spiderman le pueden perdonar cualquier cosa, pero no que sea un desordenado, con que vete a limpiar tu habitación, ¡ya!
Y Marcelo salió escopetado a organizar su cuarto, sin protestar ni volver la vista atrás.
© Texto: Frantz Ferentz, 2016
© Imagen: Valadouro
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