Dramatis personae
Andrea
André
Salamiconpán, príncipe azul (tiene realmente la piel azul), vestido con ropas de príncipe.
ACTO 1
Una playa del trópico. El suelo es de arena. Hay algunos matorrales. Al fondo, se ve el mar. En un lateral, hay una enorme caja de madera alargada.
Al principio, el escenario está vacío. No hay ningún ser humano. De repente, se oye la voz de una muchacha que chilla sin aún ser vista.
ANDREA: Ayúdame, que no puedo sola.
Otra voz, esta de chico, responde sin que tampoco se vea a su propietario.
ANDRÉS: Voy, impaciente. Es que me pareció ver un galápago correr hacia la playa, pero al final era una rana.
ANDREA (extrañada): ¿Una rana en la playa? Tú sueñas.
ANDRÉS: Pues sería un mejillón con patas...
ANDREA: Ven, que no puedo yo sola.
ANDRÉS: Voy, voy.
Entonces ya aparecen los dos en el escenario. Desde un lateral, ambos arrastran una red grandísima, toda llena de residuos. Se puede apreciar a simple vista que hay embalajes, bolsas, ropa...
Arrastran la red hasta el centro del escenario. La sueltan, la dejan caer en el suelo y se quedan los dos sentados. Suspiran, resoplan. Transcurren unos segundos. De repente, Andrea se levanta.
ANDREA (decidida): Vale, basta, vamos a seguir con esto.
ANDRÉS (lamentándose): Pero, ¿qué dices? Estoy reventado.
ANDREA (enojada): ¿Tú? ¿Tú, reventado? Si tú no moviste un dedo.
Andrés se levanta sin ganas. Se dedica, junto con Andrea, a abrir la red y extraer basura, pieza a pieza. Se ve cómo sacan los restos de un triciclo, un balón de fútbol roto, trapos, muchas bolsas de plástico, botellas también de plástico.
Todo lo meten en bolsas de plástico negras que previamente colocaron alrededor, donde clasifican la basura.
De repente, cuando Andrés mete la mano en la red, se oyen unos lamentos, varios "ayes", hasta que finalmente se escucha una orden:
PRÍNCIPE: ¡No me tires del cabello!
Andrés se detiene. Andrea se le acerca. Ambos chicos se lo quedan mirando. Luego se ve cómo la red se mueve y sale una figura, que se ponen de pie sacudiéndose la basura de encima.
Se trata de un hombre azul.
André y Andrea ayudan al recién aparecido a salir de la red. El hombre se coloca entre ambos chicos.
PRÍNCIPE: Gracias, chicos. ¿Dónde estoy?
ANDREA: En Manabí, Ecuador.
PRÍNCIPE: Uy, qué lejos acabé.
ANDRÉS: Y que haces ahí, atrapado en esa red?
PRÍNCIPE: Bueno, es una larga historia, pero, para abreviar, os diré que yo soy el príncipe Salamiconpán, príncipe azul del reino de Halucinestán. Hace una semana, hubo una revolución en mi reino, fui derrocado junto con toda la familia real, y proclamaron una república. A mí, directamente me echaron a la basura, porque decían que los príncipes azules no servimos para nada, excepto para llenar la cabeza de las jóvenes de fantasías. En fin, como toda la basura acaba en el mar, yo también fui a parar a esa isla de plástico.
ANDREA: Cada vez hay más islas de plástico, eso es verdad. Mucha de esa basura acaba en la costa. Nosotros intentamos limpiar las playas y, de paso, vender plástico para el reciclaje.
ANDRÉS: Lamento tu situación. ¿Qué podemos hacer por ti? ¿Qué sabes hacer en la vida?
PRÍNCIPE: Nada, los príncipes azules no sabemos hacer nada, pero a mi me gustaba la política, podría haber hecho cosas buenas si me dejaran. En fin...
ANDREA: Oye, tengo una idea. Quizá podamos reciclarte, como hacemos con la basura aquí.
PRÍNCIPE (enojado): ¿Estás llamándome basura?
ANDREA: Noooo, solo decía que te podemos transformar.
PRÍNCIPE: Como?
ANDRÉS (a Andrea): ¿Estás pensando en nuestra máquina recicladora?
ANDREA: Claro.
ANDRÉS: A lo mejor es una buena idea. (Al príncipe) Acompáñanos.
Los tres caminan hacia la caja de cartón.
André y Andrea se colocan en un de los extremos, seguidos por el Príncipe Azul. Se detienen ante ella.
PRÍNCIPE: ¿Y dónde está esa vuestra máquina recicladora?
Andrés da unos toques en la caja de cartón.
ANDRÉS: Es esta.
El Príncipe Azul suelta una carcajada.
PRÍNCIPE: Como broma es buena, pero yo esperaba que me ayudaríais.
ANDREA: Y te vamos a ayudar. No te fíes del aspecto de nuestra recicladora. La construimos nosotros mismos y funciona muy bien.
ANDRÉS (colocando su mano en el hombro del príncipe): Fíate de nosotros, como te dice Andrea.
El príncipe azul gruñe, pero al final da un paso y entra en la caja por el lateral. A continuación, Andrés mete la mano en la caja y manipula unos mandos.
Se oye un “Aaaahhhhh” de susto del príncipe.
Suenan algunos sonidos mecánicos, que no duran más que unos pocos segundos.
Al final, el príncipe sale por el otro lado de la caja, pero ya no tiene el mismo aspecto que tenía antes de entrar.
Ahora viste ropa normal y su piel ya no es azul.
El príncipe, cuando sale de la caja, no hace más que mirarse los brazos.
PRÍNCIPE (entusiasmado): ¡Funcionó!
ANDREA (sonriendo): ¡Estás reciclado!
ANDRÉS (al príncipe): ¿Y ahora qué harás?
PRÍNCIPE: No sé... tengo que pensar. Pero ahora que soy normal, quiero hacer cosas. Adiós y nuevamente gracias.
El príncipe mueve la mano como despedida y luego se marcha por el lateral que queda más lejos, mientras los dos chicos se lo quedan mirando, hasta que abandona el escenario.
Va a oscuro.
ACTO 2
André y Andrea sigue recogiendo la basura en la playa, como en el inicio del acto anterior.
ANDREA: Mira que eres lento cuando quieres, ¿eh?
ANDRÉS: Lento, no, selectivo.
ANDREA: Todo es basura.
ANDRÉS: Hay basura, basura-basura y basura basurísima. No es todo lo mismo.
ANDREA: Pero, ¿se puede reciclar?
ANDRÉS: Claro.
ANDREA: Pues recoge y calla la boca.
ANDRÉS: ¡Qué antipática eres a veces!
ANDREA: Y tú qué perezoso y qué guarro... (Se detiene) ¡Una botella!
ANDRÉS: ¿Eso qué es? ¿Un nuevo insulto? ¿Me llamas botella?
ANDREA: No, que hay una botella.
ANDRÉS: Qué novedad, esto está lleno de botellas de todos los tamaños, colores y de unos pocos materiales.
ANDREA: Sí, pero esa está aún en el mar y viene hacia nosotros.
Andrea señala a un punto impreciso hacia el mar. Se levanta y recoge la botella. Luego, regresa junto a Andrés.
Ambos contemplan la botella con mucho interés.
La botella es de vidrio. Andrea quita el corcho.
ANDRÉS: Parece que tiene un papel dentro, ¿no?
Andrea agita la botella arriba y abajo hasta que hace caer un papelito enrollado.
Lo recoge de la arena, lo abre y lo lee, pero la voz que sonará no es la de ella, sino la de Salamiconpán.
PRÍNCIPE: Queridos Andrea y André: Ya pasaron un par de años desde que me rescatasteis en la playa. Gracias a vosotros, mi vida cambió completamente. Os quiero contar que soy un hombre nuevo. Regresé a Halucinestán. Nadie me reconoció, porque con aquella piel yo era igual que el resto de la gente, pude hacer una vida normal. Luego, fueron las elecciones a presidente de la república. Hice campaña y gané. Ahora soy el presidente de Halucinestán. Sin embargo, no todo se acabó ahí. Resulta que me enamoré de una mujer. Ella era una princesa amarilla. Como tenía la piel de color, estaba muy marginada. Pero es tan linda. En fin, que nos casamos y ya tuvimos a nuestra primera hija. Como yo había mudado mi color de piel, mas no mi sangre, que sigue siendo azul, nuestra hija salió verde, por lo de la mezcla de colores, ya sabéis, azul y amarillo da verde. Tengo la certeza de que este mensaje os llegará porque, por desgracia, toda la basura acaba en el mar y vosotros lo recogéis todo. Gracias y hasta siempre.
Andrés se limpia la mejilla donde una lágrima lucha por salir. Está emocionado.
Andrea permanece inmóvil.
ANDRÉS (incorporándose): Me alegro por él.
Andrea también se incorpora, pero pone un tono serio.
ANDREA: Volvamos al trabajo, que toda esta basura no se limpia sola.
ANDRÉS: Oye, ¿tú crees que alguna vez rescataremos a alguien interesante otra vez?
ANDREA: Es posible, pero eso no ocurrirá si dejamos toda esta basura aquí en la playa.
Ambos siguen recogiendo la basura en silencio.
De repente, Andrea grita a André.
ANDREA: ¡Andrés, ven, que parece que hay un pelícano en la red!
VOZ: Sacadme de aquí, sacadme de aquí.
ANDREA: ¡Y encima habla!
Cae el telón.
© Frantz Ferentz, 2021