lunes, 28 de noviembre de 2011

VEINTE




Aquel año, los humanos habían arrancado prácticamente todas las setas del reino. Los pobres enanos se quedaron sin hogar donde protegerse de la lluvia. Por eso, los enanos en asamblea decidieron que aquel año ellos les harían lo mismo a los humanos: todas las viviendas del reino amanecieron un día sin tejado. Tal vez así los humanos comprenderían algo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

DIECINUEVE




En aquel momento la luna se detuvo en el cielo. ¿Sería agüero de alguna catástrofe? ¿Se caería el cielo sobre la tierra. El pánico iba a empezar a cundir en el reino, cuando, de repente, un anciano relojero accedió hasta la luna con unas escaleras inmensas y una llave también inmensa. Después le dio cuerda con calma y descendió a tierra. Inmediatamente, la luna volvió a moverse por el cielo.

DIECIOCHO



Arcadia era una bruja de la vieja escuela. Le habían prohibido volar en escoba y la habían obligado a viajar en coche. Pero ella no conseguía acostumbrarse a tanta novedad y por eso ponía el coche a volar con ella sentada en el techo.

DIECISIETE





El ejército invasor estaba compuesto de soldados que no le temían a nada, o al menos eso parecía. Por suerte, se descubrió que los soldados invasores temían a los estornudos. Por eso, el rey mandó a toda la población lanzar al aire polvos de pimienta y así todo el país se puso a estornudar sin parar, hasta que rechazaron la invasión extranjera. Achís... Salud.

DIECISEIS





El brujo Rudesindo descubrió un sistema infalible para hipnotizar a todo el país. Solo tenía que poner un anillo brillante en el rabo de un perro y hacer que el animal se pasease por todo el país moviendo el rabo. De ese modo, al mirar para aquel anillo brillante, uno tras otro, todos los habitantes del reino, cayeron hipnotizados.

sábado, 26 de noviembre de 2011

QUINCE



El hechicero más poderoso de la Tierra Extrema al Fondo a la Izquierda decidió rendirse cuando comprobó que era imposíble convencer a los campesinos de que lo suyo era magia poderosa y no ilusionismo del bueno, como el que hacían los feriantes. Pero, por si acaso, se compró un circo, que no era cuestión de morirse de hambre.

CATORCE



A la vista de que no conseguía asustar a nadie ni darles miedo, el lobo feroz se buscó otro oficio. Ahora es un magnífico monologuista y la gente, los cerditos y hasta los cabritillos se mueren de risa con sus chistes.

TRECE



La princesa se negó a casarse con el caballero arrogante y aburrido porque a ella le gustaban los tipos duros. Por eso, huyó con un brujo motero que había conocido por internet que se dedicaba a enfurecer dragones.

DOCE



El caballero matadragones Bernardo Alavirulé se quedó de piedra cuando descubrió que bajo aquel mote de «Bailarín Torpe», con quien tantas y tantas horas se pasaba chateando e interactuando en las redes sociales, se escondía en realidad su peor enemigo, el dragón devoracaballeros Aliento Infernal García. 

ONCE



En el confín de los tres reinos, los tres ejércitos iban a batirse en feroz batalla. De repente, cayó una niebla espesa durante tres días que envolvió a los tres ejércitos. Todos esperaron a que se pasase aquella niebla cegadora. Tres días después, la niebla se levantó. Entonces, los tres generales quisieron reanudar la batalla. Los soldados de los tres ejércitos se negaron, pero los tres generales querían ser vencedores de algo. Sin embargo, solo pudieron decidir quién era el ganador echando una carrera de chapas.


jueves, 24 de noviembre de 2011

DIEZ



Tras la muerte del viejo rey, consultaron al oráculo quién habría de ser el siguiente rey. El oráculo dijo: «Ha de ser un tipo grande, muy grande, sin palabras, que oiga bien, con una mano muy larga y que mire a todos desde arriba». Al único que encontraron así fue a un elefante de un circo cercano. Sin dudarlo, lo hicieron rey.

NUEVE



Nadie en el reino sospechaba que el caballero matadragones y el dragón matacaballeros, después de haber luchado durante el día, se iban de noche juntos a tomar unas cañas tan amigos.

OCHO



Las maldiciones de la bruja non asustaron ni una miaja a los aldeanos, porque la bruja maldecía en arameo antiguo y allí todos hablaban búlgaro. De hecho pensaban que era una vendedora de escobas escandalosa.

SIETE



El temible dragón Kilokombo acabó yendo al psiquiatra tras perder la autoestima. Cada vez que el dragón atacaba a su peor enemigo, el caballero Levedoso, este usaba su fuego tremendo para prepararse unos huevos fritos y muslos de pollo a la parrilla. 

SEIS



En aquel reino, todos andaban algo mustios y suspirando todo el día. Y es que el dragón tremebundo estaba enamorado de la princesa tonta; la princesa tonta estaba enamorada del criador de murciélagos; el criador de murciélagos estaba enamorado de la bruja miope; la bruja miope estaba enamorada de un vendedor de pendientes; el vendedor de pendientes estaba enamorado de una estatua de sal; la estatua de sal estaba enamorada del dragón tremebundo. Y el caballero andante, ¿qué? Ese solo podía jugar a las cartas con los enanos del bosque, pero esos siempre le hacían trampas.

CINCO


El príncipe heredero era tan, tan bruto, que solo para enseñarle a firmar documentos con la pluma tuvieron que contratar cinco magos, tres hadas y un trol y casi ni les alcanzó la magia. Y para que supiese contar hasta cincuenta, tuvieron que echarle un hechizo para que tuviese veinticinco dedos en cada mano.

CUATRO




Hada madrina se ofrece para servicios mágicos. Experiencia con princesas tontas, dormilonas y con acné. Especializada en el uso de la varita E-45 y en hacer croquetas mágicas de jamón. Correo electrónico: info@hadasporhoras.com. 

TRES



- ¿Y qué deseáis hoy, princesa?
- Deseo un príncipe azul, de ojos castaños, amable, gentil, con buen humor, romántico...
- Princesa, que soy vuestra cocinera, no vuestra hada madrina...

UNO



- Majestad, se nos han acabado los caballeros antidragones...
- Horror, toma dos doblones y acércate a la máquina expendedora de la esquina a comprar un par de ellos.

DOS




El dragón más sanguinario y cruel del reino, al caer la noche, se echaba una capa con capucha y, pasando desapercibido, entraba en el mercado a comprar golosinas.
Frantz Ferentz


CUENTOS QUE DURAN UN BOSTEZO... O INCLUSO MENOS