lunes, 28 de octubre de 2024

ARCHIVALDO, CABALLERO MATADRAGONES

 


Había una vez un caballero llamado Archivaldo, duque de Caldo. En verdad no era duque, pero le gustaba ponerse algo después de su nombre para darse importancia.

Archivaldo tenía un oficio poco común: era un caballero matadragones. Eso significa que se ganaba la vida matando dragones en el reino de Tierraboba. 

Archivaldo era el caballero más eficiente para acabar con cualquier dragón, no había ninguno como él; nadie, en toda la historia de Terraboba, había logrado tan buenos resultados. Por ese motivo, el rey Evidencio le pagaba mucho dinero.

  — Eres mi mejor caballero cazador de dragones —le decía el rey cada vez que iba al palacio con una cabeza de dragón a recoger la recompensa y le daba unas palmaditas en la espalda, porque esa Evidencio era un rey muy cariñoso.

Hasta ese día; cuando fue al palacio para recibir un encargo de matar dragones, el visir le dijo:

— Los dragones están extintos. Ya no queda ninguno en todo el reino de Tierraboba.

Archivaldo no era muy inteligente, así que no entendía muy bien lo que significaba "extinto" y preguntó:

— ¿Qué significa extinto?

— Significa que ya no hay más. Que no queda ningún vivo.

Eso sí que era un problema, porque Archivaldo solo sabía matar dragones. No había hecho nada más en su vida más que cortarles el cuello a los dragones.

Sin dragones, no cobraría.

Si no cobraba, no comería.

Tendría que buscarse un trabajo. ¿Pero cuál? ¡El sólo sabía matar dragones! Apeló al rey:

— Majestad, ya que no puedo matar dragones, ¿puedes darme algún trabajo aquí en el palacio? Sabes que manejo la espada mejor que nadie.

El rey Evidencio, que era aficionado a las armas e incluso intentó ser un matadragones, se apiadó de Archivaldo y lo puso a prueba por un tiempo como guardia personal. En qué momento al rey se le ocurrió esa idea… Fue horrible, porque Archivaldo pensó que todavía estaba cazando dragones.

Primero, atacó a un vendedor de verduras que abastecía las cocinas del palacio y partió sus coles y calabazas por la mitad, dejando el suelo lleno de restos…

En segundo lugar, atacó a los caballos de la corte, los favoritos del rey, pero los caballos pueden ser más peligrosos que los dragones, porque los caballos dan coces, de las cuales Archivaldo no sabía defenderse; al contrario, sí sabía defenderse de las llamaradas.

En tercer lugar, confundió las lenguas de niebla con el humo del fuego de los dragones y, tratando de luchar contra ellas, derribó la mitad del muro de contención del castillo real a espadazos.

El visir fue a hablar con el rey:

— Rey Evidencio, algo tenemos que hacer con el caballero Archivaldo. Si lo dejamos a su aire, acabará con la mitad del reino en un santiamén.

— Pobrecillo, es tan cortito. No sabe hacer nada más que matar dragones. Si tan solo pudiera salir del reino y ofrecer su espada para acabar con otros dragones que hay por ahí…

— Es cierto, Majestad, pero Archivaldo no sabe idiomas. Cuando preguntase por un dragón, probablemente lo mandarían a cazar gallinas.

El rey se rascó la barbilla, era necesario encontrar una solución al caso Archivaldo, antes de que el caballero arruinara el reino.

— Consulta con los embajadores —dijo el rey al visir— para que te digan si hay algún tipo de dragones en algún lugar y enviamos a Archivaldo allí.

El visir consultó y consultó con todos los embajadores, hasta que, finalmente, la embajadora de Tontilandia le dijo que había un archipiélago en su país donde vivían extrañas criaturas con cuernos y acorazadas, temidas por todos los marineros.

— ¿Y lanzan fuego? —preguntó el visir.

— Eso no lo sabemos, ningún marinero ha regresado todavía para contar más sobre esas criaturas.

El visir pensó que aquellos eran animales perfectos para mantener a Archivaldo ocupado lejos de Tierraboba. El primer ministro, entonces, convenció al rey Evidencio para que fletara un barco al archipiélago y embarcara al caballero con la chance de grandes batallas y montones de dinero, pero sobre todo con la promesa de mucha publicidad sobre su lucha desigual contra una nueva raza de dragones.

Pero el barco del reino de Tierraboba no iba a llegar a la orilla, era demasiado arriesgado. Al caballero Archivaldo le lanzaron en una catapulta y aterrizó en la arena. Y luego se dieron media vuelta corriendo y se fueron de allí a toda velocidad, no fuese que aquellos dragones acorazados supieran nadar.

En cuanto Archivaldo aterrizó de espaldas en la playa, se levantó y fue a buscar a los dragones acorazados.


Enseguida se topó con uno. Y no, no lanzaba fuego. Ni falta que le hacía. Archivaldo intentó pinchar al bicho en la para con su espada. Pero el animal soltó una especie de risa, incluso pareció hacerle cosquillas. Y ya no intentó nada más. El animal se golpeó la cabeza con la cola, pero por suerte Archivaldo llevaba un buen casco cortafuegos de acero inoxidable.

Cuando despertó, horas más tarde, estaba colgado en una jaula. Estaba en una cueva, que era la madriguera de aquellas extrañas bestias. Allí vivían un padre, una madre y un hijo.

En verdad, no eran dragones, sino una especie de dinosaurio llamado triceratops, pero eso Archivaldo no lo sabía; ni él, ni nadie.

El padre trabajaba con la madera, mientras la madre pintaba las paredes. Hablaban entre ellos, en el lenguaje de los dinosaurios, sin que Archivaldo entendiera una palabra. Por eso, no entendió cuando el hijo, que había adoptado a Archivaldo como mascota, preguntó a los padres:

— ¿Y vosotros qué creéis que come esta criatura?

— Lechuga, seguro que come lechuga — le respondieron.

Y el tricerátops hijo puso una hoja de lechuga en la jaula de Archivaldo y le habló en dinosaurés, que sonaba terrible, pero solo le decía:

— ¿Quién es la mascota más linda del mundo? ¿Quién es?


© Frantz Ferentz, 2024


jueves, 24 de octubre de 2024

LA MALDICIÓN DE CARAMBOL



Personajes

  • REY.
  • REINA.
  • MAYORDOMO del palacio.
  • Bruja ALMIDONA, que es buena y viste de rosa.
  • Bruja ARNES, que está arruinada y vestida de negro.
  • Bruja TIROLINCA, hija de la bruja Arnes y viste de cualquier color, excepto de cerca.
  • CARAMBOL adulto, es un músico viajero que porta varios instrumentos, como flauta, violín, pandereta, etc.
  • CORTESANOS y SOLDADOS en el salón del trono.
  • ALDEANOS y varios ALDEANOS del pueblo.
  • BRUJAS y BRUJAS varias en la mansión ARNES.



ACTO 1





Salón del trono El REY y la REINA están sentados en cada trono, de cara al público. Al lado de la REINA hay una cuna, donde descansa el Príncipe CARAMBOL, quien no es visible porque está dentro de la cuna y cubierto con mantas. Los cortesanos, de pie, se sitúan alrededor formando un semicírculo.
Entra MAYORDOMO. Viene de un lado y se coloca delante de los reyes.

MAYORDOMO. [A los REYES, haciendo una reverencia a la que tienen delante]. La bruja Almidona acaba de llegar para lanzar su benéfico hechizo sobre nuestro querido príncipe Carambol.

REY. Que pase.

MAYORDOMO [Gritando para un lateral] Que pase!

Entra ALMIDONA. Viste de rosa y lleva un paraguas rosa en la mano izquierda, a pesar de que adentro no llueve ni hace sol. Camina rápidamente, con pasos cortos. Viene ante los REYES. En su mano derecha sostiene su varita mágica que agita como si fuera un director de orquesta. Tiene una voz chipriota, muy aguda.

ALMIDONA. Hola, majestades. ¿Cómo estáis?

REINA. Bruja Almidona, gracias por venir. Queremos que le regales a nuestro hijo Carambol un don para el futuro.

ALMIDONA. Por supuesto, mi niña. Eso está hecho.

ALMIDONA se acerca a la cuna. Hace un par de giros de la varita sobre el niño y luego pronuncia una fórmula mágica.

ALMIDONA [Imitando el lenguaje de un bebé]. Agú, agúgú, angalé, ayó, ayó. Cuando el niño crezca sabrá tocar instrumentos musicales como nadie en el reino. Será un virtuoso.

Todos miran asombrados a ALMIDONA, quien finaliza su actuación pasando nuevamente la varita por encima de la cuna con dos giros.

ALMIDONA [Sonriendo y andando de puntillas, como una bailarina]. Hecho.

Algunos CORTESANOS aplauden como si hubieran asistido a una representación teatral. El MAYORDOMO les hace un gesto con las manos para que se detengan. Los aplausos cesan. ALMIDONA les hace una reverencia, siempre con el paraguas en la mano para protegerse la cabeza.

REY. Gracias, bruja Almidona. Puedes marcharte.

ALMIDONA. Gracias, majestad. Te envío la factura de mis servicios.

ALMIDONA retrocede como había entrado, dando pasos cortos y ágiles. Sal por el costado.

REY. Mayordomo, ¿quién es la próxima bruja que lanzará hechizos positivos sobre mi hijo, el príncipe?

MAYORDOMO. Su Majestad, no hay más brujas buenas en el reino. Almidona era la única y...

Interrupción. Fuera suena una explosión. Incluso se ven relámpagos. ARNES entra en escena corriendo, como cabalgando, montando una escoba entre sus piernas, pero sin volar.

Se planta ante los REYES. Hay susurros de miedo y sorpresa entre los CORTESANOS.

ARNES. A ver, ¿os olvidasteis de mí?

Silencio.

ARNES. Soy la bruja más bruja de todo el reino. Y hasta soy la decana de las brujas.

REINA [Estridente]. Eres una bruja mala, muy mala, por eso no te invitamos.

ARNES. Detallitos, mi reina, detallitos. No se trata de ser buena o mala, sino de ser poderosa. Y ninguna bruja en esta tierra es más poderosa que yo.

Se escuchan comentarios susurrados provenientes de los CORTESANOS.

ARNES [Irónica, fingiendo voz de buena]. Y siento que también quiero darle mi regalo al príncipe, porque un día él también será mi rey, como vos, Su Majestad [y señala al rey, quien da un bote en el trono por el miedo que le causa la bruja].

Y antes de que nadie pueda reaccionar, la bruja se acerca a la cuna del príncipe y lanza su hechizo directamente con sus manos.

ARNES. Fetebunt pedes tui post horam canendi!! [Sonidos de relámpagos]. Así, en latín, para que suene más brutal.

CORTESANO 1. ¿Qué dice?

CORTESANO 2. Algo de que los croasanes saben mejor con mantequilla de cacahuete.

CORTESANO 3. Creo que dijo que habrá un eclipse solar esta noche.

CORTESANO 4. ¿Un eclipse solar de noche? Imposible.

Se entabla una discusión improvisada entre los CORTESANOS, pero no se entiende lo que dicen.

ARNES. ¡¡Silencio!! [Se callan todos]. A ver si tenéis un poco de cultura. ¡Estudiad latín! Lo que dije fue: "que te apestan los pies después de una hora de hacer música".

De nuevo murmullos entre los CORTESANOS.

REY. ¿Qué quieres, bruja?

ARNES. Tengo la intención de ganarme la vida haciendo de bruja, que es mi profesión.

REINA. ¿Has hechizado a mi hijo para que, después de una hora de tocar música, el hedor de sus pies sea insoportable?

ARNES. Eres la más inteligente aquí, oh, mi reina.

CORTESANO 2. Y entonces, ¿no serás la misma bruja del cuento de La Bella Durmiente?

ARNÉS. No, esa era mi prima. Pobrecita, acabó mal. De todos modos, tengo prisa, me están esperando para enseñarle a una rana gigante cómo arrojar llamas por la boca y debajo del agua. Hasta más ver.

La bruja ARNES sale de escena como entró, montada en una escoba, sin que nadie se atreva a detenerla.

REINA. [Tono trágico] ¡Ay, qué dolor! ¿Y ahora qué haremos? ¡Nuestro hijo, una vez que aprenda a tocar un instrumento, enseguida producirá un hedor insoportable en sus pies que alejará a todas las personas que lo rodean! [Al REY agarrándole la manga]. ¿Qué haremos, señor, qué haremos?

REY. ¿Qué crees? Pues abandonémoslo en el bosque y concibamos otro hijo, ¡pero sin luego pedir dones para él a las brujas!

La REINA suelta un grito de duelo, mientras unos SOLDADOS agarran la cuna y la sacan. La REINA cae de rodillas y llora desconsoladamente, mientras los CORTESANOS murmuran.
Oscuro.


ACTO 2





En medio del campo por un camino. Hay árboles a los lados. Una gran piedra sobre la que se asienta CARAMBOL. Toca la flauta, pero suena como toda una orquesta. Como está pregrabado suena La Cabalgata de las Valquirias de Wagner. Solo suenan los primeros compases.
Viste un poco como un bufón, con medias ajustadas y un gorro largo rematado con un pompón de lana. No lleva zapatos, sino dos cajas de zapatos de cartón donde intenta contener el hedor de sus pies.

Algunos aldeanos que pasan con sus herramientas (guadañas, hoces, horcas, etc.) lo rodean. Quedan fascinados con la maravillosa interpretación del príncipe músico. La música suena durante medio minuto, a continuación, los ALDEANOS sienten que les falta el aire, se llevan las manos al cuello y caen al suelo como ahogándose, tosiendo. Al final, todos se desmayan.
CARAMBOL deja de tocar la flauta. Con ella golpea en una de las cajas de zapatos y luego se pone a llorar.

Entra TIROLINCA. Se fija en toda la gente tirada por el suelo. Viste más o menos normal, pero con un sombrero de bruja, todo de color naranja. Lleva una rosa prendida a su blusa y sostiene una escoba en la mano.
Se acerca a CARAMBOL, que aún no la ha visto. TIROLINCA hace un gesto con la mano delante de la nariz, como para protegerse del olor mortal que se esparce en el ambiente.

TIROLINCA. Qué peste hay por aquí, ¿no?

CARAMBOL reacciona. Levanta la mirada y mira a TIROLINCA, ligeramente sorprendido.

CARAMBOL. ¿Y eso? ¿Eres inmune al hedor que producen mis pies?

TIROLINCA. ¿Tus pies? ¿En serio, ese pestazo te sale de los pies? [Señala a las cajas].

CARAMBOL. Sí, ese tufo me sale de los pies. Es una larga historia, pero cuéntame cómo es que no te desmayas con el olor de mis pies.

TIROLINCA. Oh, eso es gracias a un hechizo que he creado yo misma. Es una especie de película invisible se crea alrededor de mi cabeza, pero este olor es tan poderoso que incluso una pequeña parte penetra la película...

CARAMBOL. Entonces resulta que eres una bruja. [Se abraza los hombros, en señal de miedo].

TIROLINCA. Eh, bueno sí... Pero soy una bruja buena, ¿sabes? No tengas miedo de mi

CARAMBOL. [Más tranquilo]. Me fío de ti. Eres maja... para ser una bruja.

TIROLINCA. [Sonriendo]. Gracias. Pero cuéntame tu historia.

CARAMBOL. Es realmente triste. Aquí, donde me ves, soy un príncipe.

TIROLINCA ¿En serio? No lo pareces...

CARAMBOL. Bueno, pues lo soy. Según la campesina que me crió, a quien consideraba mi madre, soy hijo del rey y la reina, quienes ordenaron a las brujas que me otorgaran algún don o talento. La primera bruja me concedió el talento de la música, soy verdaderamente un virtuoso que toca cualquier instrumento e incluso puedo hacer sonar cualquier cosa. [Pausa]. Pero después de la primera bruja, vino la segunda, que estaba enojada porque no la habían invitado a mi fiesta. Y se vengó lanzándome una maldición por la que después de una hora de tocar cualquier instrumento, mis pies empezarían a apestar de tal manera que nadie lo soportaría.[Señala a las personas que yacen por el suelo desmayadas]. Ahí tienes la muestra.

TIROLINCA. Ya veo

CARAMBOL. Finalmente, el rey, mi padre [en tono irónico], decidió deshacerse de mí y pagó a una campesina alejada de palacio para que me criara. Cuando cumplí dieciocho años, ella me contó toda la verdad. En ese momento ya había descubierto que puedo tocar cualquier instrumento y, además, que después de llevar tocando una hora, me pasaba esta desgracia de los pies.

TIROLINCA. Pobre.

CARAMBOL. Intenté ganarme la vida como músico, pero no puedo tocar más de cincuenta y nueve minutos. Por eso tuve que dejar las fiestas de los pueblos porque a menudo tenía que salir corriendo para evitar que me lincharan, porque todos querían que siguiera tocando [suspira] ¡Así no hay quien se gane la vida! Conque vago por los caminos del país tratando de ganarme unas monedas con la música, porque es lo único que sé hacer.

TIROLINCA. ¿Puedes tocar la Quinta Sinfonía de Beethoven solo con esa flauta?

CARAMBOL reacciona. Coge la flauta y empieza a tocar la Quinta Sinfonía de Beethoven como si de una orquesta filarmónica se tratase.

TIROLINCA. [Hace gestos con las manos para que pare]. Basta, basta, ya veo. Eres verdaderamente virtuoso.

CARAMBOL. Gracias.

TIROLINCA. Por cierto, ¿cómo se llamaba la bruja que te lanzó el segundo hechizo?

CARAMBOL. ¿La que me arruinó la vida?

TIROLINCA. Esa misma.

CARAMBOL. Arnes.

TIROLINCA da un paso para atrás y parece sorprendida.

CARAMBOL. ¿La conoces?

TIROLINCA.  Pues sí... Es mi madre.

Ambos se quedan parados, mirándose.

Oscuro.


TELÓN




ACTO 3



Salón de la mansión de la bruja de ARNES. El escenario está todo preparado para una fiesta. Hay pasteles y una tarta sobre las mesas. Al fondo, en la pared, hay una cinta muy grande en la que está escrito: "FELICIDADES, TIROLINCA".
Desde el principio suena como la música de fondo del Concierto para piano nº1 de Tchaikovsky.

Hay criados que van y vienen para colocar platos y vasos.

Entra ARNES, siempre bien vestida, con la escoba entre las piernas, como siempre, sujeta con una mano. Contempla la habitación. Parece satisfecha. Asiente con la cabeza.

Poco a poco van entrando los invitados. Son BRUJOS y BRUJAS que van tomando posiciones en el salón. Están esperando a TIROLINCA.

Finalmente, TIROLINCA entra en escena. Lleva un vestido de bruja rosa, con un gorro picudo a juego. Las BRUJAS y BRUJOS en la sala aplauden su llegada.

TIROLINCA se acerca a su madre y le da dos besos en las mejillas.

ARNES. Estás tan linda, mi pequeña. [La toma de la mano y la hace girar sobre sí misma].

TIROLINCA. Gracias, mamá.

ARNES. Invité a todos los brujos y brujas del continente, de las mejores familias, para celebrar tu cumpleaños contigo.

TIROLINCA. Tú, siempre tan atenta, mamá.

ARNES. Todo por mi hija.

TIROLINCA. No me lo merezco, madre.

ARNES. Oh, hija mía, me sonrojas. [Hace un gesto con la mano hacia abajo, lo que significa que no tiene importancia]. Por cierto, no he contratado ninguna orquesta, pero lo que suena por ahí es formidable. ¿Algún hechizo nuevo que no conozca?

TIROLINCA. No, madre, es un músico de carne y hueso.

ARNES. ¿Músico? ¿Solo uno? Fabuloso, me encantaría conocerlo.

TIROLINCA. Claro, mamá. [Da dos palmadas].

CARAMBOL entra por un lateral, vestido como el acto anterior, y todavía con las cajas de zapatos en los pies.

ARNES. ¿Cómo es posible? ¿Puede un solo hombre tocar como toda una orquesta y con una sola flauta?

TIROLINCA. Y no solo eso.

ARNES. ¿Todavía hay más?

TIROLINCA. Sí, en diez segundos llevará una hora tocando...

ARNES. ¿Una hora? Ehh... [Vacila]. Eso me recuerda algo... algo... pero ¿el qué?

De repente, los invitados empiezan a toser. Uno a uno, caen al suelo, con las manos en la garganta, como si se asfixiaran. Se desmayan. Incluso ARNES, que también acaba por caer. TIROLINCA se arrodilla a su lado.

En ese momento, CARAMBOL deja de tocar, pero solo por unos instantes, porque es nada más para cambiar de sinfonía. Empieza a sonar El bolero de Ravel con una armónica que se saca del bolsillo.

ARNES [Con mucho esfuerzo]. Ya sé quién es. Es aquel bebé al que una vez le eché una maldición... Pero nunca me imaginé que un pestazo de pies así pudiera llegar a ser tan horrible...

TIROLINCA. Solo una bruja puede deshacer un hechizo tan poderoso como ese: la misma bruja que lo lanzó.

ARNES. ¡Nunca!

TIROLINCA. ¿Y de qué sirvió, madre? El rey tuvo otro hijo y este pobre fue maldecido por tu mala baba. Nunca ha habido un músico con tanto talento en el trino como Carambol.

ARNES. ¡Fue mi venganza!

TIROLINCA. ¿Qué tontería de venganza? Solo lloró su madre, la reina, que luego murió de dolor. ¿Te imaginas cómo te sentirías tú si me arrancaran de tu lado y nunca más me volvieras a ver? No importa lo bruja que seas, primero eres madre.

ARNES sigue tosiendo. Agita una mano.

TIROLINCA. Y si me obligas a poner en práctica las cosas feas que he aprendido de ti, aunque me considero una bruja buena, te diré que he lanzado un hechizo contra todas las ventanas y puertas de tu mansión para que no se pueden abrir. Mientras tanto, Carambol seguirá tocando sinfonías, que se las conoce todas, hasta que el ambiente sea irrespirable incluso para las brujas.

ARNES [Con un hilo de voz]. No, hija, eso no.

TIROLINCA. Júrame que le levantarás la maldición, mamá.

ARNES [Con un gran esfuerzo]. Ju--- ju--- ro.

ARNES pierde el sentido. TIROLINCA se levanta y mira a CARAMBOL, quien se saca la armónica de la boca, saca una hoja de lechuga de otro bolsillo y comienza a tocar el Canon el Pachelbel, que sonará durante unos segundos hasta que todo vaya a oscuro.

TELÓN